cantabria historia de un pueblo
  La Mitologia De Cantabria
 
 La Mitologia De Cantabria
Nos contó una moza de Carmona que se le apareció una anjana con el pelo suelto, largo y castaño, con picaya en la mano, con zapatos de piel parda, vestido ligero y parecido a la gasa blanca, Ojos verdes y con corona de flores en su delicada cabeza, bajita y bien parecida:
Anjana de la compasión
aliviame el corazón
dame un pocu de consuelu
del que diz bajas del cielu
dame un pocu de alegria
en las horas de esti dia
dame un pocu de la miel
y haz de la pena estiel
Anjana de la güena suerti
las mis penas son de muerti
dame tu la bendición
y aliviame el corazón.”



Las Anjanas: Es el ser bondadoso por excelencia de Cantabria; protege a las gentes honradas, a los enamorados y a quienes se extravían en el bosques o en los caminos. Las Anjanas son mujeres de hermoso rostro y atractiva figura. Sus cabellos son largos y finos, adornados con flores y lazos de seda. Se visten con delicadas y bellas túnicas de seda blanca. Llevan sandalias y un báculo con extraordinarias propiedades mágicas .También se dice que son espíritus de los árboles que tienen encargado cuidar de los bosques. Se suelen alimentar de miel, fresas, almíbar y otros frutos que les proporciona el bosque. Viven en grutas secretas de las que se dice que tienen el suelo de oro y plata y en las que acumulan riqueza para la gente necesitada. Pasan el día andando por las sendas del bosque, sentándose a descansar en las orillas de la fuentes. Allí, en las fuentes, conversan con las aguas, que entonces manan más alegres y cristalinas. También ayudan a los viajeros perdidos, a los pastores, a los animales heridos y a los árboles que la tormenta, y el viento ha quebrado. Se dice también que las Anjanas se reúnen en el comienzo de la primavera en los altos pastos de los montes y danzan hasta el amanecer cogidas de las manos en torno a un montón de rosas que más tarde aparecen por los caminos. Aquel que encuentre una de estas rosas de pétalos rojos, verdes y amarillos será feliz hasta la hora de su muerte.
Las brujas: Se trata de brujas voladoras que tienen el poder entre los mortales durante el tiempo que transcurre alrededor de la media noche también llamada la "hora bruja' y los primeros brillos del alba. Es decir, hasta que el sol ahuyenta los malos espíritus o se rezan las primeras oraciones del día. Las brujas de la Montaña no son hechiceras, ni encantadoras, ni adivinas: se cree en estos tres fenómenos, pero no se les odia. Por ello, algunas veces el pueblo se beneficia de sus artes. Todos los sábados del año, por la noche, las brujas montañesas salen volando chimenea arriba, montadas en escobas o trasformadas en cárabos, rumbo a Cernégula (Burgos). También se les atribuyen ciertos poderes sobre los cambios del clima: cuando cae una fuerte tormenta y acto seguido sale el sol es un presagio de que va a caer otra tormenta. Por tal motivo, a ese sol se le llama ''sol de brujas'', ya que presagia otra fuerte tormenta.
Los Caballucos del diablo: Aparecen en las noches de San Juan cruzando los espacios entre nubes de azufre y bramando endiabladamente. Los Caballucos del Diablo son siete: uno blanco, otro negro, otro rojo, otro azul, otro verde, otro naranja y otro amarillo. El jefe es el rojo que es muy gordo y percherón, siempre va en el medio y tiene al diablo por jinete que lleva las riendas de todos. Sólo vienen al mundo en la noche de San Juan. Esa noche cabalgan por los montes comiendo el trébol de cuatro hojas para que no lo encuentren las mozas y los mozos, y así no les pueda dar suerte, ya que con el trébol de cuatro hojas se consiguen   cuatro cosas: vivir cien años, no pasar dolores, no tener hambre y aguantar todas las desgracias de la vida. Dicen que los caballucos del diablo son almas condenadas debido a sus muchos pecados. El rojo es un señor que prestaba dinero a los labradores pobres y después les embargaba con trampas y mala ley; el blanco era un molinero que robaba la harina molida a otros molineros; el negro era un ermitaño que engañaba a la gente; el amarillo era un juez perverso; el azul era un tabernero malvado; el verde era un señor muy rico que perdió a muchas mozas honradas; y el color naranja, un mal hijo que pegó a sus padres. Todos los males de los caballucos del diablo sólo pueden ser conjurados mediante la yerbuca de San Juan.
El Culebre: Este monstruo ya no existe, pero aparece en  La Mitología de Cantabria. Es un dragón de una única cabeza, con la boca llameante por la cual lanza llamaradas de fuego; tiene alas de murciélago, la piel escamada como la de un lagarto, ojos brillantes, dientes muy potentes y un gran brillo en sus ojos. Con todo estos rasgos, se asemeja a un lagarto de avanzada edad; también puede asemejarse a una serpiente voladora, aunque no hay que confundirla con tal, puesto que El Culebre nunca llegó a tener propiedades voladoras. Cuenta la leyenda que El Culebre tenía como morada una cueva situada a sólo dos kilómetros de San Vicente de la Barquera. Allí  sembraba el terror y la muerte sobre los acantilados de esta villa marinera. Ninguna fuerza humana fue capaz de parar las andanzas del dragón, hasta que un año, cuando el Culebre tenía una muchacha preparada para el sacrificio ritual, ésta invocó fervorosamente al Apóstol Santiago a fin de que la salvara de tan cruenta muerte. Y la plegaria surtió efecto, pues acto seguido, al Culebre se le empezaron a  desprender de la piel sus escamas, y cuando ya apenas conservaba fuerzas y ni siquiera  echaba fuego por su boca, el mismo Apóstol le pisó la cabeza, terminando así con su vida y librando al pueblo de la presencia de tal personaje.
Los Enanucos Bigaristas: Enanos, feos, barbudos, maduros y con arrugas en el rostro, dotados de una inteligencia  y habilidad verdaderamente prodigiosa y con sabiduría se mi divina: pequeños y solitarios, tocan el bígaro arrancando centenares de notas distintas, de ahí su nombre. Suelen aconsejar a la gente y raro es que se ofendan, pero cuando lo hacen se vuelven malos y vengativos, obrando con gran perversidad. Se les encuentra fácilmente en las explotaciones o galerías de las minas, y esto es un síntoma de buen presagio, puesto que allí donde aparecen cualquiera de ellos resulta un lugar abundante en metales preciosos o gemas de gran valor.
El Hombre- Pez: Dentro de los personajes que configuran la Mitología Cántabra los hay encuadrados en  el campo imaginario y fantástico, narrados por la tradición popular y de los cuales no se tiene constancia real de su existencia, quedándose en mera fábula; sin embargo, hay otros de los que se sabe que han existido realmente y se conservan datos reales. De ahí procede la leyenda del Hombre-Pez de Liérganes, el mito real de Cantabria. El Hombre-Pez de Liérganes se llamaba Francisco de la Vega Casar, nació a mediados del siglo XVII en el pueblo de Liérganes y fue bautizado en la parroquia de San Pedro. Este hombre dio sus primeras zambullidas en el río Miera, y a sus diecisiete años desapareció en Bilbao donde le mando su madre para aprender el oficio de carpintero. Tiempo más tarde fue recogido en la bahía de Cádiz con escamas de pez en su cuerpo y habiendo perdido el habla y la razón. Como recuerdo de esta leyenda, la villa de liérganes conserva un paseo que lleva su denominación, con un monumento alusivo al personaje ya mitológico.
Las Ijanas del Valle de Aras: Cometían sus fechorías en el valle de Aras, en la zona oriental de Cantabria - de ahí su denominación-,  principalmente en los pueblos de San Miguel, San Mamés y San Pantaleón, donde saqueaban las colmenas para poder satisfacer su desmedida glotonería. También se dedicaban a penetrar en los hogares de los vecinos para robarles la comida guardada. Son muy revoltosas y nadie sabe a ciencia cierta en qué lugar del valle habitan, pero se las describe con un pecho enorme que se echan sobre su hombro derecho cayéndose a la espalda.
Los Nuberos: Geniecillos diminutos y malignos que cabalgan sobre la tempestad descargando el rayo y el granizo. Son los agentes y rectores de las tormentas en la Montaña, guiando un verdadero cortejo de nubes Sin contorno y con enormes proporciones; se les tiene gran temor, ya que pueden ocasionar grandes destrozos en los pueblos, por eso son temidas las noches de grandes lluvias y tormentas, pero existe una especie de conjuro que el pueblo lleva a cabo y que consiste en hacer tañir las campanas para espantar a los espíritus maléficos y así poder salvarse de los rayos y de las tormentas. También se encienden cirios para ahuyentar los nubarrones y se echan un par de hojas de laurel bendecido al fuego. También estos geniecillos actúan contra los pescadores Cántabros: éstos se hacen a la mar y se disponen a echar las redes para pescar, los Nuberos les sorprenden, provocando enormes galernas que les obligan a abandonarla faena y regresar a puerto, donde les aguarda todo el pueblo.
La Ojáncana: Es considerada como la mujer aparentemente mal casada que comparte sus traiciones y maldades; feroces con su cónyuge, el Ojáncano, al cual gana tanto en maldad como en perversidad; por eso el pueblo desconfía de ese matrimonio. A la hora de definir a este personaje todo el mundo le suele retratar como un ser en extremo terrible y repulsivo, y aunque hay algunas variantes acerca de su rostro y rasgos faciales, en general se le puede describir como un personaje sanguinario, de aspecto bestial y aterrador, de cabeza grande, con la cara chata, con su labor inferior grueso que llevaba colgado, y con dientes grandes; la piel la tiene agrietada, cubierta de greñas de color amarrado y con colmillos fuertes y salientes de su cara rugosa y repelente, éstos además afiladísimos y retorcidos en forma de ganchos en espiral y de dos filos, con ellos tritura todo lo que come que es casi siempre lo que cultivan los campesinos, aunque también come carne animal y humana; la que más le gusta es la de los niños y cuando no los encuentra se cabrea y coge berrinches. Cuentas con diversas cuevas donde habitar y que se las denomina ''Cueva de la Ojáncana''. Están situadas en distintos lugares: una de ellas en la Penilla de Cayón; otra a orillas del río Pisueña, en el sitio llamado'' El peñon''; otra en Santiurde de Toranzo; y otra más enclavada en el pueblo de Cieza. Ésta última es maléfica y espeluznante.
El Ojáncano: Es la antítesis de la bondad, de la dulzura,de la misericordiosa de la Anjana. El Ojáncano es un símbolo del odio, del enfado perpetuo, de todo lo que destruye, amenaza, desgarra y maltrata. Siempre con los malos pensamientos, con el agravio de su fuerzas, con su instinto que ´´ paez hechu de espinos, de lobu, de cuevu, de raposa``. El Ojáncano se alegra de la aficción de los pastores enamorados, de los incendios que destruyen los bosques, de los ríos que inundan las mieses.
La Osa Andara:  Vive en las escarpadas y neblinosas cumbres de los Picos de Europa. Es una mujer-osa sumamente forzuda y brava, tiene brazos y piernas cubiertas de pelo, lo mismo que un oso, y es de costumbres rudas.
La Reina Mora:  Es una bella mujer  que, según cuenta la leyenda, permanece encerrada en una profunda sima  de lebeña víctima de un encantamiento. De gran hermosura, custodia un inmenso tesoro abandonado por los árabes en su huída de las tierras de Cantabria hace siglos.
La Sirenuca: Fue una guapísima moza  de Castro Urdiales aficionada a trepar por los acantilados más peligrosos para cantar al compás de las olas sus hermosas canciones   marineras. Por ello quedó trasformada en una mujer con cola de pez.
El Tentirujo: Es un enano vestido de rojo y tocado con una boina  de rabo tieso. Trata de que los muchachos obedientes y buenos dejen de serlo, usando para ello el secreto poder de la mandrágora, planta con raíz de forma humana.
El Trasgo: Duende montañés protector del hogar y huéspedes de los campesinos. Es juguetón y enredador pero bonachón, aunque a veces trae disgustos con sus enredos y burlas. Lo describen de la siguiente manera:'' es un hombruco más negro que el sarro, que va vestido de colorado con un traje hecho de cortezas de alisas puestas del revés y cosidas con yedras. Por la noche, ejerciendo el mando momentáneo de la casa, es el dueño absoluto de ésta, de modo que si por la mañana se percibe algún cambio el único responsable es El Trasgo. 
El Trastolillo: Es un duendecillo alocado enredador y burlón que vive en las casas. Tira la harina, bebe leche y afloja las tarabillas de las ventanas entre chirriantes risas e hipócritas lloriqueos. Aunque travieso y culpablede muchas pequeñas fechorías que incomodan a las personas de las casas donde vive, en el fondo es bondadoso.
El Trenti: Es un enano que andaba por los montes vestido con un ropaje de hojas y de musgos. Dormía en las torcas en el invierno y debajo de los árboles en el verano. Comía panojas y endrinas, pero no bebía agua porque dice que es para él como veneno. Era malicioso y pícaro. Se escondía en las matas de los senderos y tiraba de las faldas a las muchachas. Los ojos del Trenti eran verdes y la cara negra.
Los Ventolines: Dicen que vivían en las nubes de las puestas de sol. Eran como ángeles y tenían unas alas verdes y muy grandes. Cuando un pescador se cansaba subiendo las redes, bajaban los ventolines de las nubes de la puesta del sol y les cargaban los peces en la barca y además les limpiaban el sudor o les abrigaban con las alas verdes cuando hacia frio.
 
   
 
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