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Las Guerras Cántabras

Primeramente se luchó contra los Cántabros
bajo las murallas de Bergida. De aquí huyeron
al elevadísimo monte Vindio, allí creían que
antes llegarían las aguas del océano que las armas romanas
Lucio Anneo Floro.
La llegada de los romanos a la península Ibérica tuvo lugar en el año 218 antes de Cristo con el desembarco protagonizado por Escipión en Ampurias en el marco de la segunda Guerra Púnica. Lo que en Principio era una operación militar contra los cartagineses, que desde Cartago Nova (Cartagena) controlaban el cuadrante sudeste de la Península, al término de esta guerra ya se traducía el dominio romano sobre todo el aérea mediterránea. A lo largo del siglo II antes de Cristo, Roma se fu extendiendo de forma progresiva hacia el interior de la península, venciendo la dura resistencia de casi todos lo pueblos indígenas, de tal modo que la conquista de Hispania no se completó hasta prácticamente dos siglos después de su inició, en el año 19 antes de Cristo. Precisamente los Cántabros y sus vecinos serían los últimos pueblos en ser sometido por Roma, conociéndose con el nombre de Guerras Cántabras a los enfrentamientos bélicos que culminaron con la conquista de estos pueblos por las legiones de Octavio Augusto. Los historiadores romanos justificaron esta campaña contra los cántabros y astures como una respuesta a las incursiones de saqueo que éstos realizaban en las tierras cerealistas de la meseta, habitadas por pueblos ya sometidos a Roma. Casi todo lo que conocemos sobre las Guerras Cántabras se lo debemos a diversos autores latinos que escribieron sobre la mismas, principalmente Dion Cassio, Floro y Orosio. Sin embargo ellos no fueron testigo de las operaciones, sino que escribieron muchos años, e incluso varios siglos después, consultando otras obras más antiguas que no han llegado hasta nosotros. Los textos han sido objeto de interpretaciones muy diversas. Las guerras Cántabras se desarrollaron entre los años 29 y 19 antes de Cristo, si bien los tres primeros debieron ser de tanteo, con escaramuzas al sur de la cordillera. el comienzo de las operaciones a gran escala contra los cántabros tuvo lugar en el año 26. Por lo demás, la romanización de Cantabria debió ser un barniz superficial, pues a la caída del Imperio los Cántabros recuperaron sus viejos modos de vida, lo que sería impensable en un territorio que hubiera sido civilizado por Roma. En realidad la romanización borró la identidad de la totalidad de los pueblos Prerromanos de Hispania, exceptuando a varios pueblos del Norte: los galaicos, los astures, los vascones y, por supuesto, los cántabros. Cuenta la leyenda: que el jefe de los cántabros, llamado Corocota, el cual se presentó ante los romanos para cobrar la recompensa que éstos habían puesto a su cabeza, 250.000 denarios; al parecer la osadía del cántabro sorprendió tanto a Agusto que, estupefacto, le dejo marchar libre.
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